¿Cuál es la paz
que el pueblo bolivariano está obligado a lograr?
Por Guayú De
Falkón
guayú@iespana.es
En estos momentos críticos, ante el avance del conocimiento de la realidad política, social, económica, cultural, militar, y las conquistas del pueblo venezolano que apoya de manera masiva la revolución bolivariana; la búsqueda “urgente” de la paz por la paz, ante la amenaza de la violencia “inminente”, es necesario mirarla con lupa, críticamente, porque se presenta a la oposición como el momento para accionar sus armas históricas ocultas y lograr sus objetivos. La paz por la paz, es uno de los objetivos dentro de sus estrategias. Se propone conducir a bajar la guardia, ceder la vigilancia del proceso, abrir la puerta trasera a los enemigos del cambio para destruir la República Bolivariana de Venezuela.
La reflexión anterior, toma como base para el
planteamiento, de manera crítica, la historia de las luchas del
pueblo venezolano. Cuyos más grandes valores fueron conquistados
al calor de la Guerra de Independencia y la Guerra Federal. La
comunicación social sin jerarquías, franca, directa, sin
antesala, subordinación, anuncio previo o presentación,
fue conquistada por la lucha de un pueblo contra la oligarquía
de su tiempo. El costo, la muerte del 50% de la población en la
Guerra de independencia, y poco más de medio siglo
después, la desaparición de casi un tercio de la
población en la Guerra Federal.
El racismo y la exclusión colonial de la clase mantuana, fue
derrotado y reducido por la lucha del pueblo en medio de la Guerra de
independencia y la Guerra federal. De todas las conquistas populares,
lo único que queda es la horizontalidad en el trato social,
directo, no jerárquico, sin preámbulos ni antesalas.
Pero, la exclusión del reparto del producto de la
producción económica y del poder político, se
produjo en silencio desde el mismo momento en que se logró la
paz.
La oligarquía aliada a las castas de caudillos de la guerra,
regresaron al 80% del pueblo venezolano a las condiciones sociales de
la colonia, sin ruido, comiendo, bailando y conviviendo, contra su
voluntad, con negros, indios, pardos, y demás excluidos
sociales. Lo hicieron así, sometidos por el recuerdo del terror
sembrado en ellos, por la lucha feroz y decidida del pueblo venezolano
durante ambas guerras. Con la cabeza abajo, lentamente, año tras
año, durante décadas, se fue consolidando la
exclusión racial de la oligarquía mantuana y sus nuevos
aliados, conduciendo a la mayoría del pueblo a la dependencia
extrema, a la exclusión del reparto del producto del trabajo
nacional, exclusión de la toma de decisiones políticas,
condenándolo a la explotación, la represión
sistemática, la cárcel, las barriadas, la falta de
educación, escasez de trabajo, exclusión de la salud,
inseguridad física y falta de servicios.
Todo esto se hizo en medio de una “paz” social que
tenía como
eslogan la frase: “Venezuela, el paraíso del
mestizaje”. Y para
sostener la exclusión social por años hicieron propaganda
a los carnavales, semana santa, gaitas, parrandas, salsa, etc.;
sometiendo por décadas al pueblo venezolano a la esclavitud
psicológica de unos Medios de comunicación, que
encubrían sus verdaderas acciones con programas de
“entretención” como “Sábado
Sensacional”, “Primer Plano”,
“Concurso Millonario” y las interminables telenovelas,
todos programas
destinados a distraer a la población de los principales
problemas que la aquejaban.
“El venezolano es flojo”, mentira aceptada bajo la
presión de
los Medios, que se cae sola cuando vemos a un pueblo madrugar para ir a
su trabajo y llevar a sus hijos al colegio. “Los venezolanos
somos un
pueblo católico”, mentira que se cae cuando observamos
que, la
mayoría de quienes se dicen católicos “pertenecen a
un
club católico”, porque no practican los valores del
catolicismo.
Si así lo hicieran, siguiendo al máximo representante de
la iglesia católica, el Papa Juan Pablo II, los católicos
venezolanos serían los más feroces luchadores contra el
neoliberalismo, calificado de “salvaje” por el propio Papa.
Sin
embargo, desde el corazón de la iglesia, algunos sectores
conspiran contra la revolución bolivariana.
“El venezolano es amante de la democracia”, la más
grande
mentira, establecida por medio de la mediatización de la
población, a la que no se le permitió preguntarse si
vivía en una democracia. Al pueblo venezolano no se le
permitió preguntarse ¿por qué durante 40
años estuvieron suspendidas las garantías
económicas? ¿por qué cerca de la mitad del
presupuesto nacional formaba parte de la partida secreta? ¿por
qué la mayoría de los altos ejecutivos de las empresas
estratégicas del Estado como PDVSA, son de tez blanca, con
apellidos ligados a las elites económicas, políticas,
militares y culturales del puntofijismo, muchos de ellos hijos de
extranjeros europeos? ¿por qué no se permitió el
relevo generacional en los partidos políticos del Pacto de
Puntofijo? ¿cómo es posible que el territorio de un
país pleno de riquezas estratégicas este habitado por un
80% de su población en condiciones de pobreza?
Y la gran pregunta del día, la pregunta de las diez mil lochas
¿cómo la nacionalización petrolera y la
creación de la empresa estatal de petróleo, hoy PDVSA,
terminó en la creación de un Estado paralelo, que tiene
décadas coexistiendo en nuestro territorio, creando crisis
permanentes, al negar al Estado institucional legal que representa a la
población, los verdaderos dueños de PDVSA, los recursos
para satisfacer las necesidades del país, administrando la
factura petrolera al antojo de los “meritócratas”,
reciclando en
el negocio petrolero el 80% de los ingresos, que este año suma
cuarenta mil millones de dólares?
Y cuando el pueblo se respondió y vislumbró el
engaño, reaccionando en masa, de manera espontánea y
anárquica, tal como lo hizo en los días 27 y 28 de
febrero de 1989, fue masacrado por un ejército al servicio de la
oligarquía, que en aquellos días era dirigido por los
militares golpistas de la Plaza Francia de Altamira. Muchos de los
cuales deben sus ascensos a las barraganas (amantes) de palacio, y
recibían órdenes de los dirigentes políticos que
forman parte de la Coordinadora “Democrática” y
están
detrás del paro “cívico” y el golpismo.
También cuando el pueblo reaccionó a la exclusión
y los problemas socioeconómicos a través de
organizaciones de vanguardia, civiles y militares, estas fueron
reprimidas violentamente por el Estado; como sucedió con los
alzamientos armados civiles y militares de los años 60, y las
dos rebeliones militares del año 92.
Los peligros de la búsqueda de la paz por la paz sin
condiciones, puede ser la puñalada por la espalda para la
revolución bolivariana. Puede ser el momento esperado por
aquellos que llegaron al poder montados en el portaaviones electoral de
Chávez, que tienen como máximas aspiraciones
revolucionarias, ser aceptados en los clubes y las familias de la elite
del puntofijismo, y se encuentran enmascarados conspirando contra el
proceso de cambios y el presidente Chávez. La paz verdadera no
se conseguirá nunca sin la participación del pueblo
venezolano que está movilizado, junto a sus fuerzas armadas,
luchando tenazmente contra el Estado paralelo construido
por la “meritocracia” de PDVSA, amparada por los gobiernos
de las
elites del puntofijismo, y defensora de intereses transnacionales
ajenos a nuestra nación. Cualquier escenario de búsqueda
de la paz donde se comprometan las conquistas y el destino del proceso
de cambios, pasa irremediablemente por la aprobación del pueblo
en referéndum dentro del marco constitucional. Quien pretenda
imponer con trucos, maniobras o golpes de timón, salidas fuera
del marco constitucional, irracionalmente desea incendiar el
país, o forma parte de estrategias transnacionales, que aspiran
poner sus manos a las grandes reservas petroleras que, se encuentran
bajo el suelo de la República Bolivariana de Venezuela.
¡¡¡ No a la paz
por la paz !!!
¡¡¡ No a una paz
de las elites a espaldas del pueblo !!!
¡¡¡ Si a
cualquiera búsqueda de la paz en el marco constitucional !!!
Caracas, diciembre 2002
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