La desinformación
Cien años como arma de
guerra hoy descarga sus mísiles contra Venezuela
Por Guayú De Falkón
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La Segunda Guerra Mundial dejó al descubierto
el uso de la comunicación para desinformar y manipular de manera
científica. Esta utilización, fue denunciada por los
medios de información aliados, ganadores de la guerra. Desde ese
momento, el ministro de información de la Alemania nazi,
cargó con la culpa de haber creado el uso perverso de la
comunicación. Lo bautizaron como el monstruo de la
desinformación y manipulación; aquel que según las
reseñas sentenció: ?una mentira repetida mil veces se
convierte en verdad?
Hasta hoy, las universidades del mundo occidental han enseñado
este ejemplo como lo no ético de la
comunicación, como una muestra de lo que no se
debe hacer con ella. Pero hace unos años, Noam Chomsky, un
intelectual norteamericano, de gran reputación científica
y académica, ídolo de la juventud e intelectuales
progresistas de los EE.UU., desmintió tal versión.
Chomsky nos ha hecho ver que esa historia es una media verdad, parte de
una campaña de desinformación. Chomsky, basado en
estudios científicos de la historia de EE.UU. señala que
no fue el ministro alemán el creador de la manipulación
mediática, sino primero los ingleses y más tarde los
estadounidenses.
La verdadera historia de la desinformación, muestra que los
ingleses, incapaces de derrotar a los alemanes en la primera guerra
mundial, sin que entrara en la guerra de EE.UU., usaron la mentira y la
desinformación, para convencer a los intelectuales
estadounidenses, que dieran luz verde al gobierno y solicitaran el
apoyo del pueblo. Durante algunos meses los sometieron a una brutal
campaña de desinformación, cuyo resultado fue convertir a
unos intelectuales que no deseaban la guerra y amaban la paz, en lobos
salvajes. Nuestra academias de comunicación están llenas
de esos aprendizajes de comunicación, de esas medias verdades.
En Venezuela, el primer uso de la comunicación de la
desinformación con objetivos de destrucción, como arma de
guerra, se realizó durante la toma del rectorado de la UCV por
el movimiento M-28. Un mes de guerra mediática contra la
comunidad universitaria y la sociedad, no sólo trasladó
el rectorado y el consejo universitario a los canales de
televisión, sino que convirtieron a unos profesores
académicos que tenían que velar por los estudiantes, ser
sus tutores y protectores, en sus verdugos. Con cabilla y bate en mano,
que todos vimos por Tv., profesores y estudiantes víctimas de la
campaña de desinformación, en lugar de buscar el
diálogo como solución, vía pertinente a una
universidad, se transformaron en lobos, tal como los intelectuales
estadounidenses amantes de la paz. Un día domingo, cuando la
familia venezolana se recrea masivamente frente a los televisores,
fríamente elegido por los agresores mediáticos para
atacar en conjunto a tomistas y la sociedad, todos vimos con estupor,
como las víctimas condicionadas de la guerra mediática,
salieron como lobos a liquidar a sus enemigos: sus alumnos
y compañeros de estudios.
Esta situación de hoy, que viene arreciando desde hace meses,
incrementándose estos últimos días contra toda la
población, haciendo blanco principalmente en la clase media y
sectores altos, está llegando al colmo de la irracionalidad.
Esta guerra sin piedad declarada contra la población causa
efectos negativos, algunos irreversibles. El objetivo de esta guerra de
baja intensidad es radicalizar a los sectores sociales condicionados.
Y, aunque éstos no sean numerosos, están dispuestos
inclusive a asesinar al otro, convencidos que es su enemigo, cuando
escuchan el llamado de su condicionador; como sucede con quienes se
reúnen en la Plaza Francia de Altamira y muchos de los que
apoyan el “paro cívico” golpista.
Las autoridades del Estado están en la obligación de
detener esta situación, la misma está cerca del punto de
no retorno. Se está perdiendo el momento de la acción
oportuna para detenerla. El gobierno no sólo carece de medios
para enfrentar de igual a igual, esta guerra de baja intensidad, con
una potente información veraz; sino que los equipos humanos con
los que cuenta, carecen de las habilidades y destrezas necesarias para
conjurar, con los escasos medios con que cuenta el Estado, la guerra
mediática en marcha. Salvar a Venezuela pasa por detener a los
medios de comunicación. Están realizando una
campaña subliminal salvaje, cuyo objetivo es lograr que sus
condicionados estallen en violencia, en el momento en que el Estado,
actúe y detenga la propaganda de guerra de los medios de
comunicación terroristas; aunque se trate de la
aplicación de la ley.
Habrá que actuar informando a la comunidad internacional, los
motivos y el alcance de las medidas de excepción que es
necesario tomar. Es una obligación, si llega el caso, entregar
la administración de los Medios, de manera momentánea, a
instituciones o asociaciones que abran cabida a la crítica sana
no interesada, que regulen la programación e informen de manera
imparcial, no sumisa y veraz.
Mientras se toman las medidas definitivas, es imprescindible realizar
una campaña de propaganda que contrarreste los objetivos de la
guerra mediática, que haga énfasis con mucha fuerza en lo
siguiente:
Venezuela no es un micrófono,
una
cámara de Tv.,
una plaza,
tres municipios del este de Caracas,
ni menos PDVSA.
Venezuela somos todos los que en esta tierra vivimos.
Diciembre 22 de 2002